sábado, 31 de marzo de 2012

♥Reseña Donde los árboles cantan ♥




DESCRIPCIÓN:

TÍTULO: Donde los árboles cantan

AUTOR: Laura Gallego

EDITORIAL: SM

PÁGINAS: 470

PRECIO APROXIMADO: 14'99€

SINOPSIS:

Viana, la única hija del duque de Rocagrís, está prometida al joven Robian de Castelmar desde que ambos eran niños. Los dos se aman y se casarán en primavera. Sin embargo, durante los festejos del solsticio de invierno, un arisco montaraz advierte al rey de Nortia y sus caballeros de la amenaza de los bárbaros de las estepas... y tanto Robian como el duque se ven obligados a marchar a la guerra. En tales circunstancias, una doncella como Viana no puede hacer otra cosa que esperar su regreso... y, tal vez, prestar atención a las leyendas que se cuentan sobre el Gran Bosque... el lugar donde los árboles cantan.


OPINIÓN:

Viana es la típica doncella noble de la Edad Media. Ha sido educada para ser una buena esposa de un rico noble. Cual fue su grata sorpresa cuando la comprometen con su mejor amigo de la infancia, Robian. Pero todo comienza a empeorar cuando Lobo, un ex noble que vive en las fronteras de Nortia da la noticia de que los bárbaros están a punto de superar las fronteras. Esto hace que todos los caballeros y nobles de Nortia marchen a la guerra dejando a las pobres damas y doncellas solas al cuidado de los castillos. Pero lo peor estaba aún por llegar.
Pocas semanas después de la partida de los caballeros, Nortia es conquistada. Todas las damas y doncellas deben acudir a la capital para ser casadas por el nuevo rey bárbaro, Harak, con otros bárbaros del reino.

Aquí es dónde empieza la gran aventura de Viana, la única heredera y señora de Rocagrís, que estará expuesta a grandes peligros y que harán que tenga que dejar de lado todas las cosas que desde pequeña le habían enseñado y comenzar a entrenarse como un hombre para sobrevivir al Gran Bosque y a los bárbaros.

VALORACIÓN:

****
Desde que leí la saga de Memorias de Idhun Laura Gallego se ha convertido en una escritora muy interesante para mí y debo decir que no me ha defraudado.

Lo primero que me llamó la atención de este maravilloso libro es la portada. ¿Habéis visto una portada más preciosa? Pero, además de la portada, el principio de cada capítulo está adornado al estilo medieval y con una frase que te da una ligera idea de lo que va ir cada capítulo, al igual que muchas epopeyas y cantares de gesta.

Se puede decir que este libro al principio me lo compré por su hermosa portada y presentación pero la historia me ha sorprendido muchísimo.

Viana es una chica a la que le han inculcado que las mujeres nobles solo están para casarse con un noble, criar a los hijos y estar al cuidado del castillo cuando los caballeros se marchan a la guerra y siempre había vivido a la sombra de lo que de verdad ocurría en el exterior, pero la invasión de los bárbaros hace que tenga que cambiar totalmente esa mentalidad que tenía y comenzar a vivir en un bosque, vestida de hombre y cazando para comer. 

Además luego está Uri. Es la inocencia personificada. Es un joven que Viana encuentra en el bosque y que no recuerda nada ni sabe hacer nada y hay que enseñarle las cosas como a un bebé, pero cuanto más transcurre la historia más cariño le tomas a este personaje y Viana encuentra junto a él el amor con el que tanto había  soñado. Uri es super super cookie. Además, os puedo aventurar que la historia de amor entre Uri y Viana te enternece hasta el punto que en algunos puntos de la historia sufráis porque puedan estar juntos.

Bueno, la trama de la historia es genial. Te engancha desde el principio hasta el final y te lleva, por algunos momentos, al mundo de la Edad Media y las leyendas de bosques desconocidos y encantados.

En conclusión, si os gustan las historias de damas y caballeros y, también las historias de aventuras fantásticas este es vuestro libro.

TOTAL: 4 / 5






viernes, 30 de marzo de 2012

El lado oscuro del cielo. Capítulo 9



Capítulo 9
Francesco Di’Angelo

La noche se cernía sobre la ciudad. Había mucha niebla y no había luna en el cielo. No había nadie en las calles a tales horas de la noche. Hacía frío y yo intentaba darme calor con mis propios brazos. Estaba inquieta y tenía miedo. Estaba huyendo de algo de alguien.

De repente escuché un crujido y comencé a correr internándome en una oscura calle. Corrí como si la vida me fuera en ello. Debía escapar de lo que me perseguía aunque no tenía ni idea de qué o quién era. Para mi mala suerte, la calle no tenía ninguna salida. Estaba llena de grafitis y no había nada que pudiera ayudarla a dar marcha atrás. Estaba atrapada como un ratón en una ratonera. Entonces apareció. Una sombra se cernía justo delate de mí y el reflejo de sus ojos fue lo único que relucía en la oscuridad de aquella noche. La figura comenzó a acercarse lentamente y atisbó a ver una sonrisa en su cara. Comencé a hiperventilar asustada. No había salida. No había nada que pudiera salvarme.




Para el colmo comenzó a escucharlos. Aquellos susurros que tanto temía volvían a aparecer en mi cabeza. La figura estaba cada vez más cerca y los susurros indescifrables se hacían más fuertes y el dolor de cabeza correspondiente ya era inaguantable. Pero la oscuridad se hizo presa de mí y lo último que pude atisbar fue la silueta de dos grandes alas. 




Me desperté agitada. Todo había sido una pesadilla pero había parecido tan real. Pero lo que más me consternaba era aquella misteriosa figura y sobre todo aquellas dos grandes alas. Era como si hubiese visto a un ángel pero aquel ángel no era bueno. En realidad temía a aquella figura. ¿Cómo podía tratarse de un ángel? Se suponen que los ángeles son buenos, ¿no?

Miré el reloj que tenía al lado de mi mesita de noche. Eran las cinco de la mañana por lo que me tumbé en mi cama para intentar dormirme de nuevo pero no lo conseguía así que cogí una hoja en blanco y me puse a escribir. Me gustaba mucho escribir historias y de vez en cuando me entraba la inspiración como en aquel momento.

Empecé a escribir una historia que hablaba de una chica que se enamoraba de su primo pero no sabía cómo decírselo. Estaba tan concentrada escribiendo que no me daba cuenta ni de lo que escribía. De repente volví en mí y miré la hoja para ver que había escrito pero en realidad no había escrito nada sino que había hecho un dibujo.

Era un dibujo precioso, cosa que me sorprendió ya que no sabía dibujar. En él aparecía la misma escena de mi sueño. Incluso estaba dibujada yo, con cara asustada. El mismo callejón, la misma figura alada pero ahora que me fijaba en las paredes de la calle…había extraños símbolos grabados en ellos. Muchos de ellos no los entendía pero reconocí uno de ellos. Era una estrella de cinco puntas, también conocida como pentagrama. Esa marca la había visto en algún otro sitio pero ahora no me acordaba de dónde pero lo iba a averiguar.

Lo que más me sorprendía es que yo hubiera dibujado ese hermoso dibujo a bolígrafo cuando en artística siempre me ponían un 5 por el esfuerzo. Era como si algo me hubiese poseído durante los últimos 10 minutos y yo no me hubiese dado ni cuenta.  Primero los dolores de cabeza y ahora esto. Parece ser que me estaba volviendo una niña del exorcista en toda regla.

Ya no sabía qué hacer así que me tomé mi tiempo para arreglarme ese día y decidí desayunar antes que mis padres. Me tomé un vaso de leche y un cuenco de cereales de chocolate. Cogí una rebeca y decidí dar una vuelta por los alrededores antes de volver a casa y coger su pesada mochila.

Esa mañana hacía bastante frío por lo que no había casi nadie en la calle. Solo ella y un anciano que paseaba a su gran perro. Era increíble cómo podían levantarse tan temprano algunas personas.

Decidí ponerme mis cascos mientras daba mi paseo matutino y comenzar a caminar hacia el parque que estaba a unas cuatro manzanas de su casa. Seguramente allí habría más gente y no me sentiría tan sola aquella mañana.

Iba tan ensimismada en mi música que no me di cuenta cuando me choqué con alguien hasta que sentí un leve dolor en mi trasero. Entonces me quité mis cascos y escuché una carcajada. Miré hacia arriba y me topé con un rostro conocido. Era Francesco, el primo de Daniel.

-Lo siento mucho-dijo entre risas ofreciéndome su mano-Pero debes tener tú también más cuidado. No se deben de poner los cascos muy fuertes. Es malo para tus pequeños oídos.

-Qué tú seas algunos años mayor que yo no te da derecho a que me hables como si tuviera 5 años-le dije molesta. Odiaba cuando la gente me trataba como si fuera una niña.

-Sí pero es que eres muy adorable-me dijo con ese tono suyo-¿Qué haces caminando por aquí tan pronto?-preguntó mientras me ayudaba a levantarme.

-Gracias-le agradecí de mala gana-Y en cuanto a lo que estoy haciendo aquí. Me he despertado a las 5 de la mañana y no he podido volver a dormirme y he decido dar una vuelta.

-Pues me alegro que te hayas despertado pronto porque así podré disfrutar un poco de tu compañía-me dijo con una gran sonrisa-¿Te apetece un café?

-No tengo dinero encima y además ya he desayunado-le dije intentando marcharme.

-No te preocupes yo invito-me dijo decidido y agarrándome del braza y arrastrándome con él.

Al final tuve que aceptar. Tampoco me venía mal un café ya que comenzaba a tener sueño y ya eran las 7 y cuarto con lo cual no me iba a dar tiempo a echar una cabezadita en mi casa.

Pasamos primero por mi casa para coger mi mochila por sí se nos hacía tarde. Además también cogí un poco de dinero para pagar lo que tomara. Me sabía mal que me invitara. Luego nos fuimos a una cafetería cercana a mi instituto. 

Era una cafetería bastante humilde pero allí los café y las pastas les daban mil vueltas a un Starbucks.

Nos sentamos los dos en una mesa junto a la ventana y esperamos a que la camarera nos atendiera. Un minuto después se acercó una linda muchacha con un bloc de notas y un bolígrafo y detuvo su mirada en Francesco.

-Vaya vaya. A ti nunca te he visto por aquí-dijo con tono sugerente-Me llamo Caty y soy la hija de la dueña del local. Aquí todo el mundo nos conocemos.

-Encantado de conocerte. Yo soy Francesco-dijo con tono indiferente-Vengo de la Toscana italiana.

-¿Italiano?-dijo ella sorprendida-Espero que te guste el café porque aquí no tenemos vino. Pero te puedo decir que tenemos el mejor café de por aquí.

-Eso espero-dijo él-Yo quiero un capuchino con una pizca de chocolate. Y con mucha azúcar si puede ser. Y una magdalena de esas de color rosa que tenéis en el mostrador.

-Vaya que casualidad-dijo sorprendida Caty-Ha pedido justo el mismo café que tu pides siempre Mara.

-Yo quiero lo mismo de siempre-dijo evitando el tema.

Y la camarera se fue bambaneando sus caderas hasta perderse en la cocina. No sabía por qué pero estaba empezando a molestarme la actitud de Caty.

-¿Qué pasa? ¿Estás celosa Mara?-me dijo muy cerca de mi oído. ¿Cuándo se había acercado tanto a mí?

-¿Yo celosa?-le dije lo mas indiferentemente posible-Sigue soñando Francesco.

-Yo que creía que quién te gustaba era mi primito-dijo en un tono tan seductor que hizo que mi corazón comenzara a latir a cien por hora-Pero parece ser que yo también tengo algunas posibilidades. Entonces comenzó a acercarse cada vez más a mí pero un irritante carraspeo hizo que Francesco se acomodara otra vez en la silla.

-Aquí tenéis lo que habéis pedido-dijo dejando nuestros cafés y pasteles sobre la mesa-Si queréis algo solo dadme un toque.






Entonces se volvió a marchar a la cocina. Se notaba que estaba molesta porque Francesco me hacía más caso a mí que a ella. Y eso me gustaba, y mucho.

-Parece ser que tienes buen gusto-le dije mientras le daba un mordisco a mi magdalena color rosa.

-Igualmente-me dijo mirándome a los ojos-¿Sabes la suerte que tiene mi primo de poder observarte en las clases? Me ha dicho que encima esta justo detrás de ti.

Imaginaros la cosa más roja que hayáis visto en vuestras vidas. Así estaba mi rostro después de que Francesco dijera estas últimas palabras.

-No digas tantas tonterías-le dijo intentando que no me temblara la voz-Seguro que en la universidad hay otras chicas mucho mejores que yo.

-Te conocí ayer, ¿sabes?-me dijo mirándome con admiración-Y ya sé, por mi hermano, que eres lista e inteligente y también he descubierto que eres curiosa, soñadora y que encima tienes el mismo gusto que yo para la comida. A eso debemos añadirle que de fea tienes poco.-dijo totalmente seguro y sin vacilar-Aunque, hay que reconocer que eres una enanita liliputiense.




Cada vez que iba diciendo algo de mí mi pecho no cabía en su gozo. Nunca me habían dicho tantas cosas buenas sobre mí y con ese tono de admiración en la voz. Aunque debía reconocer que con lo de “enanita liliputiense” había perdido bastantes puntos.

-¿Enanita liliputiense?-le dije un poco enfada.

-No lo puedes negar. Casi no llegas al 1’60-me dijo riendo. Ahora que me daba cuenta tenía una sonrisa muy parecida a la de su primo, solo que esta era una sonrisa traviesa y de chico malo. Y eso me gustaba.

De repente sonó la alarma de mi móvil. Ya eran las 8 y veinte y pronto tocaría el timbre con el que darían comienzo las clases así que, tras una pequeña pelea de dinero, Francesco consiguió pagar la cuenta y me acompañó al instituto.

Cuando estábamos llegando al instituto noté que me cogía del brazo y me atraía hacia él.

-Me lo he pasado muy bien contigo esta mañana-me agradeció sinceramente-Y antes de que te vaya me gustaría expresarte lo agradecido que he estado.

Al principio estaba confundida por sus palabras pero entonces me di cuenta de que cada vez se acercaba más a mí. Y sus labios se posaron sobre los míos.

Al principio no sabía qué hacer pero mi propio instinto respondió por mí y mis labios comenzaron a moverse acompasadamente con los de él.




Era un beso intenso pero mucho más dulce de lo que había imaginado tratándose de Francesco. Estuvimos besándonos hasta que mis pulmones no pudieron aguantar más y él lo notó y me apartó un poco.

-Wow-fue lo único que salió de mi boca. Había sido el mejor beso que había dado en toda mi maravillosa y querida vida. ¿Cómo podía haber acabado besándose con el primo de Daniel?

-Besas muy bien, enana-me dijo exagerando más su acento italiano-Dame tu móvil.

-¿Qué?-le pregunté extrañada. ¿Para qué quería mi móvil? ¿Es que no tenía su super iPhone disponible?

-Tu déjamelo-me dijo dedicándome una cara de esas que hace que sea imposible negarle nada. Así que le dejé mi móvil.

Segundos más tarde comenzó a sonar el pegadizo estribillo de “The Catalyst” de Linkin Park. Entonces sacó su móvil, un iPhone 4s con una funda con la bandera italiana, y descolgó la llamada. No me lo podía creer. ¡Tenía el mismo politono que yo!

-Bueno he llamado con tu móvil al mío para que se quede grabado tu número y he añadido el mío a tu agenda-me dijo como si no hubiese hecho nada del otro mundo-Espero una llamada en la hora de tu recreo, sino me pondré triste-me explicó mientras hacía un pequeño puchero-Me voy-y dicho esto se acercó a mí y me dio un pequeño beso en los labios-Ciao enana.

Entonces se fue y giró en la esquina, no antes si dirigirme una última mirada arrebatadora.

No me lo podía creer. Francesco Di’Angelo, un estudiante universitario, guapísimo y, por último pero menos importante, de la Toscana italiana acababa de besarla, darle su teléfono y exigiéndole que lo llamara en el recreo. ¿Sería un sueño?

Pero aquel sueño acababa de  convertirse en pesadilla cuando vio a su mejor amiga, Ángela, a solo dos metros de dónde ellos se habían besado y por su sonrisa malévola pudo deducir que lo había visto todo.

Hoy no iba a librarse de ella y sus numerosas y vergonzosas preguntas en todo el día.
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jueves, 29 de marzo de 2012

Rue's lullaby

Muchos de vosotros sabrán que dentro de unas pocas semanas se estrenará la película de Los Juegos del Hambre en España y estoy super emocionada.

Hoy estaba mirando vídeos de la peli y me he encontrado con uno que me ha hecho llorar. Incluso ahora mientras escribo tengo lágrimas en los ojos.

Se trata de la canción que le canta Katniss a Rue cuando esta está a punto de morir y me he emocionado.
Si alguno todavía no la escuchado, por favor escucharla.

Además la melodía es de Yiruma un compositor coreano que me encanta y del cual se tocar algunas canciones incluida esta.

Espero que os emocionéis tanto como yo lo he hecho.







miércoles, 28 de marzo de 2012

SOMBRAS. Capitulo 1


CAPÍTULO 1
¿Quién soy?

La poca luz que quedaba del día se filtraba a través de mis párpados cerrados. Había recuperado la conciencia hace pocos minutos pero, por algún motivo, mi cuerpo no respondía las órdenes que le mandaba mi cerebro y no podía moverme de ninguna forma pero mis sentidos estaban alerta.

Sentía el suelo frío y mojado bajo mi ropa. Sentía la brisa del viento chocando contra mi cara y mandándome algunos calambres por el frío. También escuchaba el ruido de algunos animales que se encontraban a mi alrededor y de repente escuché un nuevo sonido. Dos personas se estaban acercando a mi cuerpo.

-¡Luke mira!-exclamó una voz un poco infantil. Debía de venir de un chico joven-Es una chica.

-Corre hacia ella Mike y mira si sigue viva- dijo una voz más grave. Ese debía ser el tal Luke.

Segundos después sentí las manos del chico más pequeño sobre mi cuello. Me estaba tomando el pulso y al ver que seguía viva respiró aliviado. En ese momento sentí al otro chico cerca de mi cara y por fin mi cerebro me hizo caso y pude abrir los ojos.

Lo primero que vi fueron unos expresivos y preocupados ojos marrones con una pizca de color miel. Eran unos ojos preciosos. Cuando mis ojos se fueron acostumbrando a la luz pude ver, por completo, el rostro del chico. Era rubio y su pelo le llegaba un poco más por debajo del cuello, rozando la nuca. Era muy corpulento y puede atisbar la trabajada musculatura de sus brazos. Estaba sudando y tenía la ropa sucia y un poco destrozada. Parecía haber acabado una dura jornada de trabajo. Debía de ser Luke.



-¿Estás bien?-me preguntó en un susurro apenas audible.

Entonces justo detrás de él apareció un chico moreno más pequeño. Tenía los ojos color miel y el pelo más corto que su compañero. No dudó un segundo en apartar al chico moreno para poder acercarse más a mí. Su ropa se encontraba en el mismo estado lamentable que la del tal Luke. Ese debía ser Mike.


-¿Quién eres? ¿Vienes de otro pueblo? ¿Cómo has llegado?-le preguntó apresurado el chico-Ah, perdona. No me he presentado. Soy Mike-me dijo con una gran sonrisa plantada en su cara y pocos segundos después miró a su compañero.

-Yo soy Luke, el hermano mayor de este pequeño granuja-dijo mientras le restregaba la mano por la cabeza enredándole el pelo-Siento los modales de mi hermano. Debes de estar un poco confundida. ¿Cómo te llamas?

Iba a abrir la boca para contestar, pero me di cuenta de que no recordaba mi nombre. Los dos chicos me miraban curiosos esperando a que contestara una pregunta tan obvia. De repente un nombre surgió en mi mente.

-No recuerdo muy bien quien soy ni de dónde vengo, pero creo que mi nombre es Lara-les dije con un poco de duda y confusión en la voz.



-¿No recuerdas nada?-dijo incrédulo el joven Mike-¿Nada de nada?

Yo negué apenada. ¿Cómo no podía recordar nada de mi pasado? Incluso había dudado al decidles mi nombre. ¿Cómo podía tener tan mala suerte?

-¿Entonces no tienes ningún lugar dónde quedarte?-preguntó asustado Mike- Luke, debemos llevarla con nosotros. No podemos dejarla a merced de las sombras-dijo el pequeño mirando preocupado a su hermano.

-Vale, vendrás con nosotros-dijo Luke-Además, si recuerdas de dónde vienes y cómo has llegado hasta aquí, podremos descubrir como atravesar este maldito bosque antes de que lleguen ellos. Vamos-me dijo mientas me ofrecía su mano.

Yo la cogí sin dudar pero justo cuando me puse en pie, uno de mis tobillos cedió impidiendo que pudiera sostenerme por mí misma. De repente un montón de dolorosos calambres atravesaban mi pierna de arriba a abajo.

-Creo que te has fracturado el tobillo-me dijo Luke cerca de mi cara-Será mejor que te lleve en  brazos, porque no nos quedan muchas horas de luz y nuestro pueblo se encuentra todavía a unos pocos kilómetros de aquí-y dicho esto me cogió en volandas como si nos acabáramos de casar. Iba a protestar pero Luke ya había empezado a moverse.

Luke y Mike se empezaron a dirigir hacia el lado contrario por dónde habían aparecido y pronto, un montón de hojas comenzaron a rasparme los brazos. Además empecé a sentir frío en estos y empecé a tiritar. Luke respondió ante esto apretándome más contra su fornido cuerpo. Mi corazón empezó a latir con fuerza. No estaba acostumbrada a estar tan cerca de alguien que acababa de conocer pero me gustó bastante ese contacto corporal con él.

Su mente recordaba muchas cosas. Cómo hablar, cómo caminar e incluso sabía hacer cálculos matemáticos pero no podía recordar ningún dato concreto de su vida pasada. Ni de dónde venía, ni si tenía familia y amigos. Ni si quiera cuántos años tenía. Estaba harta de estrujarme el cerebro para poder recordar algo así que cerré los ojos y me dormí con el balanceo del cuerpo de Luke al caminar.

-Lara -escuché una voz cerca de mi oído-Despierta. Estamos a punto de llegar.

Era Mike que estaba de puntillas a la altura del hombro de Luke que seguía caminando sin vacilar.

-¿Cuánto habéis estado caminando?-les pregunté preocupada. Estaba siendo una gran carga para Luke y deseaba que aquel pueblo no estuviera muy lejos del lugar en dónde la habían encontrado.

-Un par de horas aproximadamente-dijo la voz grave de Luke- Pero no te preocupes. Pesas menos que un saco de comida para los animales, y normalmente suelo cargar con dos o tres.

-En cuanto te vea la abuela Lilly vas a engordar unos cuantos kilos-dijo Mike divertido y pocos segundos después su hermano empezó a reír. ¿Quién era esa tal Lilly?

De repente, atravesamos unos matorrales y vi una gran cerca de madera hecha con troncos de árboles robustos. Detrás de la cerca se podían distinguir los tejados de algunas casas.

Entramos por una puerta que había un poco más a la izquierda y nos encontramos con una pequeña multitud de gente aglomerada en la puerta y todos me miraban de una forma que me hacía sentir muy incómoda. No me gustaba ser el centro de atención.

Algunas personas me miraban preocupados, otros curiosos, pero algunas me miraban con odio, como si fuera una intrusa que hubiera entrado sin permiso en su territorio.

Había hombres y mujeres de todas las edades y tamaños, incluyendo niños y ancianos. Iban con ropas pobres. La mayoría de los niños estaban sucios de barro y con ropa que les quedaba pequeña o muy grande, pero aun así estaban felices y sonriendo. Me veían como si fuera algo raro y que nunca hubieran visto y algunos incluso se estaban empezando a acercar a nosotros.

De repente, entre la multitud, apareció una chica joven con un bebé en brazos. La chica era morena y con el pelo largo, recogido en una trenza. Tenía cara de chica dura y por sus facciones y la forma en la que me miraba, pude adivinar que no estaba muy contenta con mi llegada al poblado.

-¿Quién es ella?-preguntó molesta-¿No sabéis que no tenemos sitio ni medios para mantener a esta chica?

-Tranquila Tess-dijo Luke-La encontramos inconsciente en un claro del bosque y en unas horas iba a caer la noche.

-¿Y?-dijo ella-Si no os hubieseis acercado seguramente seguiría inconsciente y no tendríamos a otra persona más que mantener. Además si llego hasta allí, seguramente no sería la primera vez que pasara una noche en el bosque.

-Tess, no podíamos dejarla para que la atraparan ellos...-dijo el joven Mike-Sería inhumano sabiendo lo que pueden hacer.

-Dejala Teresa-dijo la voz de una anciana que llevaba a dos niñas cogidas de las manos-Yo me haré cargo de ella. Desde que mi hijo se marchó tengo una habitación libre-dijo con tristeza- Además, así se quedará con los chicos que la encontraron y ellos me pueden ayudar a mantenerla y enseñarle todo esto.



-¿De verdad abu?-preguntó emocionado Mike-¡Vas a vivir con nosotros Lara!-dijo mirándome con sus grandes ojos color miel.

-Vale Lilly, que vivan contigo-dijo Tess dejando el tema-Mañana la quiero en cuanto amanezca en mi casa-y dicho esto se fue con el bebé en brazos. Cuando ella se fue todo el mundo volvió a hacer lo que hacían antes de nuestra llegada y me empecé a sentir mejor. No soportaba estar alrededor de mucha gente. Me agobiaba demasiado. Entonces noté que Luke comenzó a caminar hacia una de las casas del centro del pueblo. La anciana, Lilly creo que la llamaban, iba encabezando la pequeña comitiva hacia su casa.

Ahora que estaba más en el interior del pueblo me daba cuenta en las condiciones en las que vivía esa gente. Las casas estaban hechas con piedra, madera y barro. La gente cocinaba fuera de sus casas y lo hacían con calderos de hierro sobre pequeñas hogueras. Había algunos hombres cargando maderos para construir una especie de casa o establo. Vivían prácticamente como en la Edad Media.
No había ningún indicio de tecnología en aquel lugar y ahora que me fijaba, las ropas de la gente eran muy sencillas y se notaba que llevaban usando la misma durante varios días. No sabía de dónde venía pero sabía que yo no vivía en esas condiciones. Yo recordaba lo que era un ordenador, un teléfono móvil, un horno, una bombilla y en ese lugar no había ni siquiera una pizca de electricidad. ¿Cómo podían vivir de ese modo?

Ahora que me daba cuenta de una cosa. Muchas de las personas que pasaban en mí alrededor me miraban atentamente mi ropa. Yo llevaba unos pantalones vaqueros con un cinturón con unas pequeñas circonitas incrustadas, una camisa de tirantas blancas e incluso llevaba unas botas con un poco de tacón. No me extraña que miraran curiosos. Seguro que más de una querría quitármela para quedársela para ella.

Antes de que me diera cuenta ya nos encontrábamos enfrente de la puerta de la cabaña de la anciana. Era una de las cabañas más grandes que había en el pueblo y cuando la anciana nos abrió la puerta dos niños idénticos salieron corriendo del interior de la modesta vivienda y se engancharon en las piernas de Mike y Luke.





-Hola enanos-le dijo Mike a los dos niños-¿Nos dejáis pasar? A partir de ahora vamos a tener a una nueva hermanita en casa.

-¿De verdad?-preguntó uno de ellos con una hermosa en sonrisa en la cara.

-Si lindo-fue lo único que pudo salir de mi boca. El niño me dedicó una de sus lindas sonrisas que para mí fue mejor que ninguna otra cosa que pudiera darme.

-¿Por qué Luke te lleva en brazos?-preguntó uno de ellos-¿No sabes andar?

-No, claro que sabe. Lo que pasa que se ha hecho pupa en el tobillo-dijo dulcemente Luke.

Después de esto los dos chicos salieron corriendo al interior de la casa junto con las niñas que llevaba de la mano. ¿De verdad todos esos niños junto con Mike, Luke, Lilly y ahora yo vivíamos en esa casita?



-¿Qué te parece nuestra pequeña familia?-dijo Lilly enfatizando mucho la palabra “pequeña”-Esos que acabas de ver son mis singulares nietecitos. Los dos niñitos rubios son Mat y Harry y las dos pequeñas bellezas son Lora y Maya.

-Como te habrás dado cuenta son gemelos entre ellos-dijo Mike-Te cuidado con ellos y, las pocas cosas que tengas de valor escóndelas de sus pequeñas manitas.

Luke solo pudo soltar una pequeña risotada y entró conmigo a la casa que desde ese día sería mi nuevo hogar.

domingo, 18 de marzo de 2012

El lado oscuro del cielo. Capítulo 8


CAPÍTULO 8

LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO

No se me quitaba de la cabeza lo que me había dicho Yolanda. Parecía una locura pero yo la creía. No sabía por qué pero sabía perfectamente que Yolanda tenía sueños premonitorios incluso antes de que ella se lo dijera.
Mi madre había preparado un filete empanado con patatas fritas y lo más
 raro de todo es que no tenía nada de hambre. Incluso me daban arcadas solo de pensar en metérmelo en la boca. Por eso empecé a remover el plato mientras pensaba una escusa para decirle a mi madre que me daba angustia comer uno de mis platos favoritos.

Al final le dije que me encontraba mal y que no tenía muchas ganas de comer. De todas formas mi madre me obligó a tomarme la sopa de verduras que vomité en cuanto llegué al piso de arriba.

-¿Qué me está pasando?-me dije para mi misma.

No tenía hambre, no tenía sed e incluso no tenía ganas de enchufar el ordenador y conectarme al tuenti. Eso me empezó a preocupar seriamente. Yo estaba super enganchada a las redes sociales, 5 sobre todo al tuenti, y podía pasar horas hablando por el chat sin aburrirme ni lo más mínimo pero en ese momento solo de pensar en estar mirando la pantalla del ordenador le daba ganas de dormirse.

Lo único que se me ocurrió fue ponerme a hacer los ejercicios que nos habían mandado en sociales y desear que pronto fueran las cinco y poder ir a casa de Daniel.

A los cinco minutos empezó a dolerme la cabeza a horrores y de repente empecé a escuchar susurros extraños en mi cabeza. No tenía ni idea de lo que esas voces me decían pero empezaron a quitarme la paciencia.

“Lo que faltaba. Ahora me había vuelto loca”-pensé preocupada. Mi último recurso era que la pastilla que me acababa de tomar surgiera efecto pronto. Entonces, cuando subí a mi habitación, se se ocurrió una idea. Cogí mi móvil, conecté mis cascos azules y blancos, me los puse en las orejas y puso el volumen al máximo.

Esto aplacó un poco las voces pero no hizo que se fueran del todo. Más tarde fueron desapareciendo hasta que ya no quedó rastro de ellas.

Uno, o las voces había sido imaginaciones mías por el dolor de cabeza.
Dos, de verdad había escuchado aquellas voces pero se habían marchado por fin.
O tres, me había quedado sorda por la música y ya ni siquiera escuchaba los extraños susurros.

Gracias a Dios, yo intentaba darme esperanzas de que fuera la opción número uno pero lo dudaba.

Por fin mi alarma del móvil sonó, indicándome de que había llegado la hora de prepararme para cuando llegara Ángela. Algo me decía que Soraya no iba a llegar a tiempo.

Decidí cambiarme de ropa. Cogí una camiseta que caía de forma que dejaba ver un hombro. Era de color blanco roto y en el centro, con letras color negras, estaba escrito un eslogan: Kiss me, stupid. Me gustaba mucho esa camiseta y, en este caso, el eslogan me venía que ni pintado. Seguramente, Daniel no se daría cuenta de mi indirecta pero por probar no pasa nada.

Casi nunca me maquillaba los ojos pero Ángela me había dicho hace ya tiempo que con un poco de rímel y lápiz negro podía hacer que mis ojos simplones destacaran mucho más que unos ojos verdes o azules y, por primera vez, seguí su consejo.
Me di unos últimos retoques y me fui a preparar mi bolso con las cosas que me llevaría pero un minuto o dos después sonó el timbre de la puerta, que indicaba que mi loca amiga había llegado.

Bajé las escaleras y me despedí, con un beso rápido, de mi menuda madre y salí disparada hacia la puerta.

Como supuse, Soraya no se encontraba con Ángela pero, para nuestra sorpresa, esta cruzó la esquina apresurada y se dirigió hacia nosotras.

-Lo siento por la tardanza-dijo disculpándose-Me quedé dormida justo después de comer y, por primera vez en la historia, debo dar gracias a mi hermano por despertarme con sus horrorosos ensayos de batería.

-Vale. Estás disculpada, pero ahora vamos a lo importante. ¿Has visto a Mara?-le preguntó sorprendida-Como Daniel no se fije en ti hoy es que es homosexual.

-Tía, estás guapísima-dijo emocionada Soraya.

Yo lo único que hice fue sonrojarme y morirme de vergüenza por lo que lo único que se me ocurrió decir:

-Vámonos ya que llegaremos tarde.

-Es verdad. No debemos hacer esperar al príncipe Daniel-dijo Soraya.

-No te preocupes que no te va a pasar como a la Cenicienta-dijo Ángela para hacer el chiste del día-Esa ropa no desaparecerá cuando toquen las doce-en ese momento se paró.

“Oh, Oh”-pensé-”Qué no diga lo que creo que va a decir. Qué no diga lo que creo que va a decir...”

-A no ser que te la quites voluntariamente-dijo con una sonrisa malévola-¿Verdad Soraya?

Lo único que pudo hacer Soraya fue asentir mientras se partía de risa. Luego se empezó a reir Ángela y por último llegó Juan con cara curiosa.

-¿De qué os reís?-preguntó intrigado pero cuando giró su rostro hacia mí su cara cambió completamente-Wow-exclamó en voz baja- Mara estás...no sé ni cómo decirlo.

-¿Guapa? ¿Bella? ¿Atractiva?-empezaron a soltar Soraya y Ángela.

No sé cuantos adjetivos parecidos después, llegamos a la casa de Daniel. Esa casa siempre me había impresionado. Era grande y normalmente un poco terrorífica pero, parece ser, que la familia de Daniel la había restaurado completamente.

Tocaron al timbre y milésimas de segundos después la menuda figura de la hermanastra de Daniel apareció ante nuestros ojos, como siempre, con una enorme sonrisa en su cara.

-Hola chicos-dijo emocionada-Mi hermano os está esperando dentro. Y de repente cogió mi mano y me arrastró con ella al interior de la casa.

Estaba un poco cabreada por las confianzas que se tomaba Isabella conmigo pero todos esos sentimientos fueron cambiados por puro asombro.

Nunca pensé que el interior de esa casa fuera tan grande. El techo de aquella habitación se encontraba a 5 metros de altura por lo menos. Había dos estatuas de mármol que seguramente habrían sido traídas por la familia Di’Angello directamente desde Italia. ¡Incluso había un gran piano!



-¿Te gusta mi casa?-dijo una voz desconocida a su oído. De repente se giró asustada encontrándose cara a cara con un chico alto, moreno y de unos bellos ojos azules-Perdona no me he presentado-me dijo seductoramente-Me llamo Francesco y soy el primo de Daniel.



-Yo soy Mara -le dije tímidamente. A continuación se acercó más a mí y me dio dos besos en las mejillas. No podía haberme puesto más colorada –Encantada-le dije totalmente avergonzada.

-Igualmente-me respondió guiñándome un ojo. Poco después Ángela estaba a mi lado.

-¡Mamma mia!-exclamó-Mara, tenemos que convencer a los maestros que nos lleven de viaje de estudios a Italia-dijo emocionada.

De repente lo vi. Estaba hablando con Francesco. Bueno exactamente no estaban hablando sino que estaban discutiendo. Por desgracia no sabía el por qué ya que lo estaban haciendo en italiano.

Entonces, comenzó otra vez. Aquellas voces que aparentemente se habían ido para siempre volvieron a atormentarla. Por desgracia estas voces no venían solas sino que venían acompañadas con su dolor de cabeza correspondiente.

Juan notó enseguida que algo malo me sucedía y en milésimas de segundo ya estaba a mi lado, como siempre.

-Mara, ¿estás bien?-me preguntó preocupada.

-Más o menos. Es que desde que he vuelto del instituto no he parado de tener unas migrañas bastante molestas-dije con voz molesta.

-Ven siéntate conmigo-me ofreció educadamente. Me senté en un hermoso sofá beige y marrón-¡Daniel!-le gritó Juan.

Daniel salió de su pelea familiar y se giró hacia Juan.

-¿Puedes traerle algo para beber a Mara?-le pidió preocupado-Le duele la cabeza.

Daniel ni si quiera esperó a que Juan terminara de hablar y en pocos segundos ya estaba al lado nuestra ofreciéndome un vaso de agua.

-Gracias-le dije tímidamente.

-¿Te traigo alguna aspirina o algo para el dolor?-le preguntó preocupado Daniel.

-No, porque hace unas dos horas me he tomado una y no quiero que me de una sobredosis-le dije intentando regalarle mi mejor sonrisa-Ya se me pasará.

-Mejor que los acompañes a tu habitación-le dijo Francesco-Si quieres yo cuido de tu amiguita mientras tanto.

-Seguidme-dijo Daniel-Ven Mara-le dijo ofreciéndome su mano. Yo la cogí sin dudar y el me dedicó una de sus mejores sonrisas- Puedes apoyarte si quieres-me dijo en susurro apenas audible para mi. Yo me apoyé en él un poco. Su brazo, a veces, rozaba el mío y cada vez que lo hacía una serie de pequeñas corrientes eléctricas recorrían mi cuerpo.

Cuando llegamos a la habitación de Daniel las voces de mi cabeza desparecieron pero, por desgracia, el dolor no lo había hecho.

La habitación de Daniel era preciosa. Tenía una gran cama de matrimonio en el centro y en un lado de la habitación había una bonita cómoda con un espejo. Había también un pequeño sofá y en una de las esquinas había un bonito escritorio a juego con el resto de la habitación y sobre este se encontraba un moderno ordenador portátil y varios libros del instituto pero lo que mas me gustó de la habitación fue la estantería. Tenía una estantería de cinco pisos y todos estaban llenos de libros.



-¿Te gusta leer?-me preguntó Daniel con. Seguramente se habría dado cuenta de que estaba mirando su estantería fascinada.

-Sí, me gusta bastante-le dije sonriendo.

-¿Bastante nada más?-dijo Ángela metiéndose en la conversación-Le encanta leer. Es su pasión. Si no existieran los libros se moriría-exageró mi amiga

-Si quieres puedes coger alguno prestado-dijo Daniel señalando la estantería-Pero ahora siéntate en el sofá y relájate.

-Por primera vez, estoy de acuerdo con él-dijo Juan.

-Vale. Pero cuando se me pase el dolor de cabeza me tenéis que dejar hacer algo-les dije un poco molesta.

A continuación sus amigos cogieron cada uno una silla y se sentaron alrededor del ordenador para comenzar el trabajo escrito.

No sé por qué pero ese lugar me daba tranquilidad. Sentía que en esa habitación no podría pasarme nada peligroso. Sabía que esa habitación era como una especie de refugio. Ahora, esa casa era gigantesca y la curiosidad por investigarla un poco más me estaba matando.

-Dani… ¿Dónde está el baño?-le dije dulcemente-Es que hace rato que quiero ir.

-Está al final de este pasillo a mano izquierda. Si quieres te acompaño-me dijo con tono esperanzado.

-No hace falta. Vuelvo enseguida-y dicho esto salí de la habitación sin vacilar. La escusa del baño nunca fallaba aunque tenía poco tiempo así que me puse en marcha.

Como decía Daniel, el cuarto de baño estaba al final del pasillo pero en frente de este había una puerta. Era una puerta antigua y con unos extraños grabados. La intenté abrir pero estaba cerrada con llave. En cuanto toqué la madera de la puerta las voces se intensificaron e incluso pudo descifrar una frase.

“Entra” “Entra” “Entra”…

-¿Querías algo chica?-dijo alguien con una voz grave interrumpiendo las voces de su cabeza.

Me giré asustada. Justo detrás de mí había aparecido un gigantesco hombre. Debía medir más de dos metros por lo menos y tenía todo el brazo izquierdo tatuado. Era el hombre que el otro día vimos en la ventana de la casa.


-Estaba buscando el baño-le dije entrecortadamente-Daniel me dijo que estaba al final del pasillo.

-Ahhh. Tú eres la famosa Mara. Daniel nos ha hablado mucho de ti-dijo con una sonrisa torcida-El baño está justo en frente-dijo señalando justo detrás de donde me encontraba.

-Gracias. Por pura curiosidad…¿Qué hay detrás de esa puerta?-le pregunté.

-Mira chica. Puedes ir y entrar a la habitación que quieras pero te lo advierto, cuanto más alejada estés de esa puerta y lo que hay detrás de ella mejor-me dijo con tono furioso-Recuerda chica. La curiosidad mató al gato-y justo después se fue desapareciendo de mi vista.

Ya que estaba allí entré al baño. Me lavé la cara ya que estaba sudando. Justo cuando apareció ese hombre las voces y mi dolor de cabeza desaparecieron y estaba un poco desorientada. La sensación del agua limpiando mis poros me relajó bastante e incluso por unos segundos me olvidé de todo lo que me estaba pasando. ¿Qué habría detrás de esa puerta?

Salí del baño un poco más tranquila y empecé a caminar de vuelta hacia la habitación dónde se encontraban mis amigos pero justo cuando giré en la esquina que hacía el corredor me encontré con Francesco.

-Hola Mara-me dijo con una de sus sonrisas-Parece que ya has conocido al tío Ros. No te preocupes, da un poco de miedo pero es un buen tipo.

-Sí es que estaba buscando el baño pero parece ser que me equivoqué de habitación-le dije excusándome. De repente la distancia entre él y yo se acortó demasiado.

-Tú no ibas al baño-me susurró seductoramente al oído-Eres una chica muy traviesa. Eso me gusta mucho- y se alejó de mí.

La próxima vez te hago un tour por la casa-dijo como si no hubiera pasado nada-Ahora será mejor que vuelvas con mi queridísimo primo Dani.

No me había dado cuenta de que ya estábamos en la puerta de la habitación de Daniel.

-Adiós Mara-me dijo acercando mi mano derecha a su boca y dejando un dulce beso en ella-Encantado de conocerte-y dicho esto me entregó un papel y se fue escaleras abajo.

Abrí el papel que tenía en las manos. En ella había escrito un número de teléfono y una inscripción que decía: “Francesco Di’Angelo, llámame ;)”

Entré al cuarto y allí estaban mis amigos.

-¡Mara!-exclamó Ángela-Creíamos que te habías colado por la tapa del váter. Daniel estaba a punto de ir a buscarte.

-Ahhh es que me encontrado a gente por el pasillo y me he entretenido un poco-dije lo más serena posible-Por cierto Dani-dije mirando hacia él-Tu tío me da miedo.

-¿Has visto al tío Ros?-dijo asustado-¿No habrás intentado entrar en la habitación que está enfrente del baño verdad?

Se me cayó el pelo solo con escuchar esa pregunta. ¿Cómo podía saber que había intentado entrar a aquella habitación?

-Yo no. He ido directa al baño y al salir me he encontrado con tu tío y más tarde con tu primo-cuando dije esto último no puede evitar sonrojarme al recordar la forma en la que Francesco me había susurrado al oído.

-¿Te ha hecho algo el salido de mi primo?-me preguntó preocupado- Yo que tú tendría cuidado. No me gustaría que a mi primo se le fueran las manos contigo-de repente se puso también colorado dándose cuenta de lo que había dicho-Ni tampoco con alguna de vosotras chicas. Mi primo tiene ya diecinueve años y está en la universidad y le gustan mucha las chicas de instituto.

-Pues a mí no me importaría que tu primo abusara de mí-dijo Ángela con ojos soñadores-Ni a Mara tampoco-dijo riéndose-Está colorada más colorada que la cara del maestro de sociales cuando se cabrea.

-Bueno-dije intentando evadir el tema-Ya se me ha quitado el dolor de cabeza. ¿Por dónde ibais?-dije mirando la pantalla del portátil.

Dos horas más tarde ya teníamos casi todo el trabajo escrito terminado. La verdad es que seguro que nos ponían un diez en el trabajo y además pasamos un rato divertido haciéndolo.

Ya era hora de irnos así que todos cogimos nuestras cosas y nos levantamos para irnos. Antes de irnos apareció una mujer con una bandeja de magdalenas de chocolate. Era baja y delgada. Tenía el cabello pelirrojo y era muy guapa. Debía tener poco más de cuarenta años y tenía unos ojos verdes que irradiaban dulzura.

-Chicos, ¿queréis una magdalena?-nos preguntó con tono dulce-Acaban de salir del horno y me daba cosa que os marcharais sin merendar nada.

Mis amigos y yo no dudamos en coger una. Eran la magdalena más rica que había probado en mucho tiempo. El chocolate era suave y los trozos de chocolate eran grandes y blanditos. Además su interior estaba lleno de delicioso chocolate caliente.

-Las magdalenas más buenas que he probado en la vida…-le dije parándome ya que no sabía cuál era su nombre.

-Soy Carmen la madre de Daniel. Mi marido todavía se encuentra en el trabajo-dijo mirándonos a los ojos-Volved cuando queráis. Nuestra casa estará siempre a vuestro servicio.

Nos despedimos de Daniel y su madre con un beso y nos marchamos de la casa.

-Menuda casa que tiene nuestro nuevo amigo-dijo Soraya-Y menudo primo también.

-A mí el primo no me gusta nada-dijo mirándome a los ojos-Yo que tú Mara seguiría el consejo de Daniel y no me acercaría mucho a él.

-Bueno dejemos el tema para mañana-dije yo- Tengo que llegar a casa y hacer la tarea que nos han mandado hoy para mañana. Adiós chicos-y entré en mi casa.

Subí a mi cuarto y me puse a hacer la tarea como les había dicho a mis amigos. Ese día había sido muy extraño. La casa de Daniel, sus familiares…pero lo que más me intrigaba era saber lo que había detrás de esa puerta. ¿Qué podía haber detrás de ella?

domingo, 11 de marzo de 2012

El lado oscuro del cielo. Capítulo 7


CAPÍTULO 7

SUEÑOS PREMONITORIOS

Las clases del lunes, aunque fuese increíble de creer, pasaron muy rápido. Juan no paraba de quejarse de que todavía no le habían devuelto su móvil y mientras Ángela le chinchaba enseñándole su blackberry.

Llegó la hora del recreo y Ángela, Soraya y yo nos fuimos a nuestro banco de siempre. Ángela se estaba comiendo una palmerita de chocolate que haría que a cualquier ser humano se le cayera la baba. En cambio, Soraya se estaba comiendo un bocata de jamón y tomate junto con su bolsa de gusanitos correspondiente. Yo me estaba tomando un zumo de naranja y una magdalena con trocitos de chocolate. En el momento en que me acabé el zumo llegaron Juan y Daniel.

-Hola chicas. ¿Podemos sentarnos?-dijo educadamente Daniel.

-Dani, no hace falta que tengas tantos modales con las chicas de por aquí, y sobre todo con estas. Soraya tiene un pavo que si le hablas así ni se entera de lo que estás diciendo, Ángela se reirá de ti y Mara...Bueno, a Mara si puedes hablarle educadamente-dijo Juan para hacer la gracia.

-¡OIN!-exclamó Ángela- ¿Nos estás llamando a Soraya y a mí incultas y tontas?-preguntó en tono triste-Me has decepcionado Juan-dijo fingiendo con tono de decepción- Qué sepas que a las chicas nos gustan que nos hablen educadamente de vez en cuando y no como nos habláis la mayoría de los tíos. 

En ese momento me entró la risa floja. Seguidamente se empezó a reír Soraya y poco después estábamos todos riéndonos como locos. ¿Os he dicho que Daniel tenía una risa preciosa?

-Bueno a lo que veníamos...Tenemos que elegir un día para quedar para el trabajo naturales y también una casa en dónde hacerlo-dijo Juan- Yo voto por la casa de Dani-dijo el rápidamente mientras se sentaba a nuestro lado.

-¿Votos a favor?-dijo Ángela, mientras que segundos después todos levantábamos las manos, todos excepto Dani, por supuesto.

-Pues ya está-dijo Juan-¿Qué día podemos ir a tu casa?

En ese momento miré la cara de Dani. Estaba un poco confundido y creo que no estaba muy de acuerdo con la elección del lugar y en verdad lo entendía, pero yo quería ir a esa casa costase lo que costase y en vez de entrar a escondidas, como me  propuso Ángela el otro día.

-¿Qué te pasa Dani?-preguntó Soraya-Estás más blanco que la hoja de mi examen de sociales cuando el profesor lo va a recoger.

-No me pasa nada. Lo que pasa es que no sé si es buena idea hacerlo en  mi casa-dijo Dani intentando descartar la idea de que fuéramos a su casa- Está todavía muy desordenada por la mudanza.

-Da igual. Es que el otro día pasamos por la puerta y te vimos entrar-dijo Ángela sin pensarlo- Y entonces vimos que tu nueva casa era la casa abandonada cerca de la plazoleta y nos entra curiosidad por ver como es por dentro.

Dani no sabía como salir de este embrollo donde lo habíamos metido. Se le veía solo en la cara. No era muy bueno en hacer escusas.
En ese momento llegó la chica morena con la que le habíamos visto en varios lugares.

-Hola Dani-dijo alegremente la chica-¿No me has presentado a tus nuevos amigos?-dijo con una sonrisa tonta en la cara.

-Chicos, os presento a Isabella, mi hermanastra-dijo con un tono molesto-¿Ya estás contenta?

-Si-dijo con una sonrisa resplandeciente. No me gusta esta chica y encima no es su hermana sino su hermanastra con lo que perfectamente podrían salir juntos y otras cosas que me da asco pensar.
“Madre mía. Ya estoy empezando a pensar cosas raras. Ni que fuera una telenovela”-pensé. De repente el sonido de la voz de Daniel me sacó de mis locos pensamientos.

-Isa-le dijo a su hermanastra- Tenemos que hacer un trabajo para naturales y quieren venir a casa. ¿Qué te parece la idea?-le preguntó con la ilusión de que la chica pensara lo mismo que él en cuanto a la idea de que fuéramos a su casa.

-¿Por qué no? Será divertido-dijo sonriente. En ese momento aparecieron un grupo de tres chicos y cuatro chicas de 2º de ESO.

-¡Hey Isa! ¿Has terminado ya de hablar con tu brother?-le dijo uno de los chicos. Se llamaba Luis. Luis era el guaperas de tercero. Hasta muchas de mi clase están babeando por él. A mí solo me parece un chulo del montón.

-Bueno....Me tengo que ir-se acercó a Daniel y le dio un beso en la mejilla mientras se ponía de puntillas-Xao-dijo con una sonrisa de tonta en la cara.

Mi cara era un poema. No soportaba a esa niña tonta. Lo bueno es que a Daniel tampoco parecía gustarle mucho su “hermanita”

-Bueno...Ya has escuchado a tu hermana-dijo Ángela-Así que ya está decidido.

-¿Qué día vamos?-pregunté yo.

-Pues...¿Qué os parece hoy después de clase? Hoy no tengo nada que hacer, ahora si no podéis decídmelo -dijo Daniel deseando que no pudiésemos para poder tener la excusa de ir a otra casa.

-No, ninguno tenemos nada-dijo Juan-Entonces quedamos a las 5.

-Vale-dijimos uno detrás del otro.

Pocos minutos después tocó el timbre que daba inicio las clases y todos fuimos hacía nuestra clase.
Las últimas horas de clase pasaron como todos los días. Fueron aburridísimas y se me hicieron muy largas ya que no podía esperar a que fueran las 5 para poder ir a casa de Daniel, aunque en la casa iba a tener que volver a ver a la tonta de su hermanastra pero también tenía curiosidad de ver como eran los demás familiares de Daniel, sobre todo tenía curiosidad de ver al hombre de los tatuajes. Estaba tan metida en mis rallados pensamientos que no me di cuenta de que todo el mundo se estaba levantando porque acababa de tocar el timbre.

Entonces bajaron todos juntos la escalera y se adentraron en la marabunta de estudiantes que recorría los pasillos.

Por fin conseguimos llegar hasta la puerta. Había todavía mucha gente por lo que cruzamos la carretera y nos pasamos a la acera de enfrente para hablar sobre el trabajo.

-Bueno entonces a las 5 en la casa de Dani-dijo firmemente Soraya.

-¿Pero estáis seguros que sabéis exactamente en dónde está mi casa?-nos preguntó Daniel con un tono esperanzado.

-No te preocupes a las 5 estamos todos en tu casa-dijo Ángela-Bueno miento. Juan, Mara y yo estaremos en tu casa. Seguramente Soraya llegará tarde.

-¡ÁNGELA!-gritó avergonzada Soraya-No digas eso de mi. Siempre quedo muy mal cuando dices eso. Lo que pasa es que soy un poco despistada y cuándo miro el reloj ya es la hora, pero te juro que esta vez llegaré a tiempo.

-Allí viene Isa-dijo Dani mirando hacia su izquierda-Me tengo que ir. Nos vemos luego. Y segundos después salió corriendo hacia la menudita, tonta y pija de su hermanastra. Poco tiempo después desaparecieron de nuestra vista cuando giraron la esquina al final de la calle. Cada vez que se marchaba me sentía que algo dentro de mí se marchaba con él. No sé por qué pero era como si lo conociese de antes cosa era imposible ya que se acaba de mudar a la ciudad y no venía de una ciudad cercana sino que venía directamente de Italia.

Entonces divisé a Yolanda saliendo por la puerta principal del instituto y la vi dirigirse hacia nosotros.

-Hola Mara. ¿Te importaría acompañarme a casa?-me preguntó-Tengo algo que decirte. En privado-dijo dirigiéndoles una mirada desafiante a mis amigos.

Todos me miraban extrañados. Nunca se pudo decir que yo fuera muy amiga de Yolanda. Ella siempre se iba con las chicas de su equipo de voleibol y la mayoría se encontraban en otro 4º, pero algo me decía que debía acompañarla. Me lo decía mi instinto y, además, de todas formas iba a estar con mis amigos durante toda la tarde.

-¿Os importa?-le pregunté a mis amigos. Juan me miró molesto pero asintió pocos segundos después.

-No te preocupes Mara. Luego vamos a vernos otra vez. Ve con ella-me dijo.

Yo le dediqué una de mis mejores sonrisas y me acerqué a él para darle un beso en la mejilla. Les dediqué una última mirada a mis amigos y vi que Juan tenía las mejillas sonrosadas mientras que Ángela y Soraya se reían sin parar y Manolo, que estaba detrás de ellas, le daba la enhorabuena por recibir un beso de una chica.

-Estos chicos son un caso-le dije a Yoly mientras nos alejábamos de ellos.

Ella solo asintió pero no dijo nada al respecto. Cuándo nos alejamos lo suficiente de nuestros amigos ella se giró y me miró a los ojos con ojos preocupados.

-Bueno...¿De qué querías hablar?-pregunté con tono curioso-Pareces preocupada...¿Te ha pasado algo malo?

-Mara, te tengo que contar una cosa. Puede que no me creas pero tengo que decírtela porque sino voy a explotar-me dijo casi susurrando.

Yo solo asentí. La curiosidad me estaba matando y no podía esperar más para ver que me iba a contar esta chica.

-Bueno...Hace tiempo que tengo sueños. Sueños extraños. Algunos son buenos, otros, en cambio, son auténticas pesadillas. Pero lo peor de todo es que...-se quedó parada y miró hacia el suelo. Me estaba empezando a preocupar cuando volvió otra vez a mirarme a los ojos. Estaba llorando.

-Lo peor de todo es que, esos sueños, se hacen realidad-me dijo sollozando y pocos segundos después me abrazó con fuerza y empezó a llorar con fuerza sobre mi hombro-Ya sé que no me creerás pero tenía que avisarte sobre uno de los sueños que tuve.

-¿Y eso que tiene que ver conmigo?-le pregunté extrañada.

-Mara, cosas malas van a pasarte. A ti y a tus amigos…-dijo en un susurro- Ten cuidado. Hasta la persona más inocente puede llegar a hacerte daño.

-¿Qué me estás diciendo?¿Qué alguien va a matarme?¿Qué me van a hacer la vida imposible?-le dije casi llorando. No sabía por qué pero todo lo que estaba contándome me lo creía. Parte de mi cerebro me decía que no la creyera pero que le siguiera el juego para no herirla, pero algo, mucho más profunde que eso, me decía que no tomara sus palabras como simples locuras sino que la creyera pasase lo que pasase.

-Sólo te digo una cosa…-se cayó miro al suelo y pocos segundos después se acercó a mi oído.

-No se puede jugar con el lado oscuro del cielo-dijo susurrándome lo más bajito que pudo y pocos segundos después entró en el portal de su casa.

¿QUÉ ESTABA PASANDO AQUÍ?